A los 82 años, y tras convivir durante meses contra una delicada enfermedad que deterioró su salud, este jueves 29 de diciembre murió Pelé en el Hospital Albert Einstein de San Pablo. El eterno rey ahora es una leyenda.
Edson Arantes do Nascimento nació el 23 de octubre de 1940 en Tres Corazones, en Minas Gerais y su infancia estuvo marcada por dos ilusiones: tratar de ser jugador de fútbol como su padre, y revertir la historia de la selección de su país ganando una Copa del Mundo tras el fracaso en el Mundial de 1950 en el Maracaná ante Uruguay, cuando él tenía sólo nueve años y sufrió mucho aquella situación.
Su padre, Joao Ramos do Nascimento, Dondinho, era un buen delantero que hasta llegó a marcar cinco goles de cabeza en un mismo partido (Pelé dijo que es un récord que siempre quiso batir y no pudo). Había sido jugador del Fluminense y del Atlético Mineiro, pero una lesión en su rodilla (en un choque contra Augusto, capitán después de la selección brasileña en el Mundial de 1950) truncó su carrera a los 24 años.
Pelé era conocido de niño como Dico y se fue a vivir a Baurú porque su padre fue contratado por el equipo de esa ciudad. Allí jugaba al fútbol con una pelota de trapo, y creó con sus amigos del barrio un equipo llamado Ameriquinha, desde donde saltó al Baquinho, las divisiones inferiores del Baurú. Allí fue entrenado por Waldemar do Brito, que había jugado el Mundial de Italia 1934, y éste fue fundamental para perfeccionar su técnica y convencerlo de hacerse profesional, y a su madre, Celeste, para que aceptara abandonara su trabajo en una fábrica de zapatos y fuera a jugar al Santos FC.
Entre fines de los 50 y la década del 60, que marcaron “su” época, el fútbol y el deporte recién se convertían en una industria mediática, pero sin el impacto económico y comunicacional que tienen en nuestros días. Pelé fue el primer jugador que –entre su calidad natural y sus logros deportivos- se transformó en una personalidad total, global. El personaje, al menos deportivo, más famoso del mundo. Desde allí y por muchos años más, con las puertas abiertas por todos los presidentes, todos los Papas, todos los reyes, todos los magnates. Y también por el pueblo. Por su personalidad, carisma y juego fue un ídolo. Y hasta hoy, el único futbolista en la historia que pudo alzar la Copa del Mundo en tres campeonatos. Nada menos.