Fede Aguilar volvió de París, donde hizo su debut en los Juegos Olímpicos como entrenador de Catalina Turienzo en la primera competencia de kite surf. Visiblemente emocionado y movilizado por el impacto de estar entre los mejores, el deportista Paraná, dejó su sello en la historia como Florencia Muttio (hockey), Betina Jozami (tenis), Nito Michel (básquet) y otros tantos privilegiados de la provincia.
“Fue un juego realmente increíble, donde pudieron mixar las cosas lindas de París, como la Torre Eiffel y los monumentos históricos, con el deporte. Integraron mucho a la comunidad e hicieron maratones públicas de mucha gente”, comentó en su arribo a Entre Ríos en una entrevista con Ahora.
Su vínculo con el río llegó a través de su padre, Raulo, quien tenía un rancho en Bajada Grande, el barrio costero de la zona noroeste de Paraná, la Capital de la Provincia de Entre Ríos, flanqueda por Santa Fe, Buenos Aires, Corrientes y Uruguay.
Lejos de deslizarse en un tabla impulsado por una cometa, la cual está sujeta el deportista a través de un arnés, en aquellos primeros años de los 80′; su contacto con el Río Paraná comenzó como el de cualquier gurísito costero: en una canoa, una piragüa o un kayak.
Conoció el mar de vacaciones. Iba una vez por año cuando la economía familiar había mejorado. Allí se subió a una tabla y empezó a “domar” las olas tomando un par de clases aprovechando el tiempo al máximo porque a los pocos días tenían que pegar la vuelta. Evidentemente sus condiciones eran innatas.
Llegó al deporte que hoy es furor por su adrenalina y que tiene sus orígenes en el mundo en la década del 70; él es del 76, en el 2000.
Recorrió el planeta “volando sobre el río y el mar” y hasta tuvo la chance de llegar a los Juegos de París como competidor, pero una serie de cambios se lo impidieron. Sin embargo su proyecto que lleva adelante en el Club Naútico de Paraná le dio la posibilidad de estar en el evento deportivo más importante de la historia junto a su “pupila”: Cata Turienzo.
La deportista de Monte Hermoso (ciudad ubicada al sur de la provincia de Buenos Aires, muy cerca de Bahía Blanca) comenzó a entrenar con Fede viajando de manera frecuente durante cuatro años y llegó a salir tercera en una de las pasadas en las aguas del Mediterráneo.
Con 18 años y varios títulos en su espalda, Cata, hizo historia, y le faltaron “un serie de vueltas” que la pudieron haber depositado en las semifinales . La ausencia de viento en Marsella hizo que la competencia se terminara antes. Disputó apenas seis de las dieciséis regatas previstas, logrando quedar tercera en la última que se desarrolló el martes 6 de agosto y 13° en la general, sobre 20 atletas. Cata totalizó 56 puntos, con regatas que la ubicaron en las siguientes posiciones: 13°, 13°, 19° (descartada), 14°, 13° y 3º.
Istriónico y carismático, Fede se fue ganando el reconocimiento y un lugar en el ambiente. Sus condiciones y su fortaleza fueron determinantes porque como dice “nadie es profeta en su tierra”.
Vivió París movilizado emocionalmente y al mismo tiempo controlado para no correrse del eje. “Lloré un montón. Hubo días que lloraba mucho por los mensajes nada más, de todo el mundo. Me súper emocioné, lo fui trabajando para no romperme tanto. Cuando llegué a mi casa en Paraná hice la famosa de Messi, ‘ya está’ le dije a mi familia, ‘ya está’. Cuando me ponían trabas, más me fortalecía y me costó mucho, porque no fue fácil. Fueron muchos años y mucho laburo”, suspiró en medio de la entrevista.,
El deportista argentino, a diferencias de los representantes de muchos países que llegan al alto rendimiento, se chocan con “las trabas” permanetementes y son muy pocos los que resisten.
Y Fede se hizo “de abajo”, muy de abajo. A los 10 años fue “cadete” en bicicleta para ganarse “el mango”, y con lo que recaudaba se compraba unas facturas para la merienda. Y de ese momento recuerda una historia fuerte que bien podría encabezar el título de un libro de su adolescencia. “A mi Maradona me salvó la vida”, contó años atrás, durante una entrevista cuando le pregunté sobre cuál fue su Mundial favorito en un “ping pong” periodístico publicado en un medio gráfico. “Me tocó vivir una situación muy particular en el Mundial de 1986. Mi abuelo estaba sin casa y mis tíos también. Vivíamos todos en una casa de dos dormitorios, hacinados y nos ‘cagábamos a piñas’ y el único momento de armonía que teníamos era cuando veíamos el Mundial. Por eso no puedo tener nada contra Maradona, es todo, nos sacaba una sonrisa una vez por semana. Éramos mi tío, mis abuelos, mi otro tío con su mujer y dos hijos y yo mi vieja. Al garage lo habíamos acomodado como living comedor y había un solo baño. El garage fue una fiesta y nunca viví un Mundial así. Incomparable, hermoso”, recodó aquella vez con los ojos vidriosos.
Hoy con varios mundiales, Panamericanos, con un Juego Olímpicos y a sus 48 años parece encontrar el momento y remarcar lo que considera y es una injusticia o al menos lo que genera una competencia “desigual” . Claramente sin rencores, pero con el compromiso de decirclo, Fede, después de París, recordó. “Acá me canse de golpear puertas en la Municipalidad y en la Provincia y siempre nos la cerraron”.
Luego del descargo volvió al “show” y no alteró el ritmo de su tono, siempre “arriba” y con un sello. Siempre con los ojos abiertos, profundos y brillantes. De esa manera suspiró sobre el cierre, tomó aire y resumió. “Sabía que era muy difícil porque era vela, no era un deporte grupal, no era popular, pero todas esas cosas nos fortalecieron. Estuvimos 40 minutos tirados mirando el anillo olímpico con Cata, en el estadio iluminado, pensando, viendo y haciendo un viaje retrospectivo, y con la Torre Eiffel iluminada también”.
Federico Aguilar cerró una etapa. Allá en el Stade de France, en la ceremonia de cierre, con un cielo iluminado por los fuegos artificiales, la presencia del reconocido actor de Misión Imposible, Tom Cruise, quien bajó de aire y cerró en Los Ángeles donde todo seguirá en el 2028. Fede, como le dice sus amigos, estuvo esa noche del 10′ de agosto en el verano europeo. En el mismo lugar donde saltó 6 metros 25, Armand Duplantis, con su garrocha, donde volvió con todo Simon Billes, la icónica gimnasta. Donde es Stephen Curry metió cuatro triples de otro planeta y le dio otro Oro al Dream Team. Una noche con Kata en una fiesta con el Malino Torres y la Peque Pareto.