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Los monstruos despeinados y por fuera: Cero culpa. Una película de mujeres.
Un verso famoso de la gualeya Emma Barrandeguy dice “los monstruos bien peinados por dentro”, ayer vi la película argentina Culpa cero y pensé en el poema, en las palabras y en las historias de las mujeres.
La película, protagonizada por Valeria Bertuccelli y Cecilia Roth, con la participación de la música Fabiana Cantilo (que aparece en una escena como solo una estrella de rock puede hacerlo, aparecer y brillar aún en la fugacidad) nos hizo reir a carcajadas. Y eso es un poder porque últimamente he percibido que hay una bajada de línea moralista en el arte que la aleja por lo solemne. No queremos ser educadas todo el tiempo, ya fue la línea de El buen amor. Las manifestaciones artísticas llenas de slogans y de consignas, que si bien me parece “correcto” (o mejor apropiado) que aparezcan por el contexto histórico que estamos viviendo, también me resultan un plomo.
Es decir, estoy cansada de estudiar las lecciones feministas, no porque no lo sea y lo defienda, sino porque también me parece absurdo que nuestro papel se reduzca a dar clases siempre. Así como se nos ha hecho creer que queríamos solamente criar a nuestros hijos, ahora se nos ha acomodado en el lugar de la enseñanza en la sociedad. Y hacemos hasta donde podemos, pero no somos siempre geniales y sororas. Sobrevivimos con contradicciones, a veces envidiando, a veces compitiendo, otras careteando interés por conveniencia.
Después de ver la película pensé en las mujeres que prescinden de varones para tener una historia, porque estas protagonistas se bastan a sí mismas y a su vez son insuficientes: la madre no es lo que se llama la mejor madre, la amiga no es la mejor amiga, la chica que tiene algo de talento no es la más talentosa, la hija no es la hija perfecta, la depresiva es sin dudas la depresiva más patética. Este universo femenino fallido, errante y caótico despliega todas las capas sensibles que vuelven humanas a estas mujeres. Minas que mienten para ser reconocidas y que cuando dicen la verdad, aunque sea atroz, también logran trascender. Mujeres frágiles y potentes, determinadas y perdidas en igual medida. Y aunque todas ellas constelan alrededor del personaje de Berta, cada una es imprescindible para la otra. Berta no sería quién es sin ninguna de ellas.
De chica me gustaba Mujercitas, la novela de May Louisa Alcott, un mundo hecho de gestos y personalidades, la madre y sus hijas a la espera del marido que estaba en la guerra y mientras el tiempo de la casa y de la supervivencia. Aún así, en ese mundo hecho para hombres donde las mujeres esperan, la alegría era posible.
En Culpa cero la época es la nuestra y es fácil pensar en las chantas a las que les creemos todo y que después defenestramos. Todos tenemos un monstruo dentro, pareciera decir Berta, pero algunos eligen no peinarlos.