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El buey arrastra algo pesado,

algo que acarrea entre el cuerpo y los músculos,

el buey esconde un fardo propio que aún no traga.

El buey trae el tiempo y la memoria

del grano que se abrió ante la primera mujer.

Y dentro del grano, el secreto de la tierra,

de su conciliación con el arado y con el pájaro

que migra y siembra con el pico

entierra semillas y cantos.

El buey arrastra el fondo de una casa

y es todo sótano en sus ojos por eso mira para abajo,

porque busca iluminar a quienes se esconden del terremoto

bajo tierra, en las alacenas de la granja, enterrados vivos del miedo.

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